Compañeros de canonización

Compañeros de canonización: D. Luigi Guanella y D. Guido María Conforti


D. Luigi Guanella

Nació en Fraciscio de Campodolcino en Val San Giacomo (Sondrio) el 19 de diciembre de 1842. Murió en Como el 24 de octubre de 1915.
Su valle y el pueblo, a 1350 m. sobre el mar, está en los Alpes Réticos. Desde la antigüedad se establecieron comunidades que vivían, con trabajo y privaciones, de la agricultura alpina y de la cría de animales y cuya historia, economía y estructura social, hasta el 1800 están marcadas por la posición geográfica del valle cerrado por los dos lados por dos cadenas de montes empinados, pero susceptibles de recibir invasiones de tránsito. El valle traza la vía más corta de comunicación entre el sur y el norte de los Alpes centrales, otorgando también alguna ventaja, sobre todo, los privilegios de una cierta libertad municipal que les habían concedido para que los habitantes no obstaculizaran las comunicaciones comerciales o militares. Orgullosos de esta libertad, fervorosamente unidos a la religión católica en contraste con el confinante cantón Grigioni (protestante), vivían en pobreza, entregados a los más duros trabajos para garantizarse lo mínimo para sobrevivir. Las cualidades que adquirió don Guanella de ello fueron el sacrificio y el trabajo, la autonomía, la paciencia y la firmeza en las decisiones, junto a una gran fe.

Estas cualidades se fortalecieron en la familia: el padre Lorenzo, alcalde de Campodolcino durante 24 años bajo el gobierno austriaco y después de la unificación, severo y autoritario; la madre María Bianchi, dulce y paciente y 13 hijos casi todos llegados a la mayoría de edad.

A los doce años consiguió una plaza gratuita en el colegio Gallio de Como y continuó luego los estudios en los seminarios diocesanos (1854-1866). Su formación cultural y espiritual es la común a los seminarios en el LombardoVeneto, bajo el control de los gobernadores austriacos durante mucho tiempo; el curso teológico fue pobre en contenido cultural, pero atento a los aspectos pastorales y prácticos: teología moral, rituales, predicación y, además, a la formación personal: piedad, santidad, fidelidad. La vida cristiana y sacerdotal se nutrió de la devoción común entre la población cristiana. Todo esto puso al joven seminarista y sacerdote muy cerca de la gente y en contacto con la vida propia del mismo. Cuando volvía al pueblo por las vacaciones otoñales, se adentraba en la pobreza de los valles alpinos; se interesaba por los niños, los ancianos y enfermos del pueblo cuidándolos, y en los tiempos libres se interesaba por las cuestiones sociales, recogía y estudiaba hierbas medicinales, se enfervorizaba leyendo la historia de la Iglesia. En el seminario teológico se familiarizó con el obispo de Foggia, Bernardino Frascolla, encerrado en la cárcel de Como, y luego en arresto domiciliario en el seminario (1864-66), y se dio cuenta de la hostilidad que permeaba las relaciones del estado unitario con la Iglesia. Este obispo ordenó a don Guanella sacerdote el 26 de mayo de 1866.

Entró con entusiasmo en la vida pastoral en Valchiavenna (Prosto, 1866 y Savogno, 1867-1875) y, tras un trienio salesiano, regresó de nuevo a la parroquia en Valtellina (Traona 1878-1881) unos meses en Olmo y por último en Pianello Lario (Como 1881-1890).

Desde los inicios, en Savogno, manifestó sus intereses pastorales: la instrucción de los chicos y los adultos, el fortalecimiento religioso, moral y social de sus feligreses, defendiendo al pueblo de los ataques del liberalismo y con una atención privilegiada por los más pobres. No se acobardaba cuando se veía injustamente frenado o contradicho por las autoridades civiles en su ministerio, así que pronto fue marcado como un sujeto peligroso ("ley de las sospechas”) especialmente desde el momento que publicó un polémico folleto (Ensayo de correcciones familiares para todos, 1872). Mientras tanto, en Savogno profundizaba en el conocimiento de don Bosco y la obra del Cottolengo; invitó a don Bosco a abrir un colegio en su país; pero, no pudiendo realizar el proyecto, don Guanella pasó un tiempo con don Bosco.

El Obispo le volvió a llamar y abrió en Traona un colegio de tipo salesiano; pero también aquí le pusieron obstáculos. Se fue a resolver las controversias de Savogno y le obligaron a cerrar el colegio. Se puso entonces a disposición del obispo con obediencia heroica y fue enviado a Pianello donde pudo dedicarse a la actividad de asistencia a los pobres, sacando adelante con algunas Ursulinas que había organizado en congregación religiosa, las Hijas de Santa Maria de la Providencia, la Residencia de ancianos fundada por su predecesor, don Carlo Coppini. Con ellas inició la Casa de la Divina Providencia en Como (1886), con la colaboración de sor Marcelina Bosatta y de su hermana la Beata Clara. La Casa tuvo un rápido desarrollo, ampliando la asistencia de la rama femenina a la masculina (Congregación de los Siervos de la Caridad), bendecida y apoyada por el Obispo Beato Andrea Ferrari. La obra se extendió bien pronto también fuera de la ciudad: en las provincias de Milán (1891), Pavía, Sondrio, Rovigo, Roma (1903), Cosenza y en otros lugares, en Suiza y en Estados Unidos de América (1912). Contaba con la protección y amistad de S. Pio X. En la obra masculina tuvo como colaboradores eximios a don Aurelio Bacciarini, que posteriormente sería obispo de Lugano, y a don Leonardo Mazzucchi.

Las obras y los objetivos del Guanella le impidieron quedarse con don Bosco, buscaba una respuesta a las necesidades típicas de su tierra natal. Muchos pobres: niños y jóvenes, ancianos abandonados, marginados, personas con discapacidad psíquica, además de ciegos, sordomudos, tullidos, toda esa franja intermedia entre los jóvenes de don Bosco y los discapacitados del Cottolengo, personas todavía capaces de rehabilitación. Un terreno duro y árido como su tierra natal, pero que, trabajado con amor -en las escuelas, talleres, colonias agrícolas- pueden dar frutos inesperados.


D. Guido Maria Conforti

Nace en Ravadese (Parma) el 30 de marzo de 1865. Lo bautizan el mismo día, recibiendo los nombres de Guido Giuseppe María. Para asistir a la escuela primaria tiene necesidad de hospedarse en una pensión de la ciudad de Parma, donde con los Hermanos de las Escuelas Cristianas, completa la educación materna. En el camino de la escuela se encontraba la pequeña iglesia de Santa María de la Paz, en ella se custodiaba un crucifijo. Delante de aquel crucifijo oraba diariamente antes de las clases. Ya como Obispo, dirá: “Aquel crucifijo me ha dado la vocación”. En 1876 entra en el seminario en donde concluye con distinción todos los estudios, distinguiéndose por su diligencia, piedad, regularidad y obediencia. En aquellos años el Rector en el teologado era el Beato Andrés Ferrari. Una enfermedad con síntomas de tipo epiléptico le hace retardar la ordenación sacerdotal. En éste periodo de espera, mientras era todavía seminarista, es nombrado vicerrector del seminario. Continuará en el cargo incluso después de la ordenación el 22 de septiembre de 1888, mostrando notables dotes de educador pero sobre todo orientando a los jóvenes hacia la santidad con su testimonio de vida santa y vivida en el ámbito de la fe. En 1892 es nombrado canónico de la Basílica Catedral de Parma y en 1893 se le confiere el encargo de “Director de la Pía Obra de la Propagación de la Fe”. Mientras tanto, fue nombrado Vicario General, encargo que cubrió durante ocho años.

No habiendo podido continuar, por razones de salud, la vocación misionera a la que se sentía llamado, pensó, con la aprobación de Propaganda Fide y del Obispo de Parma, fundar la Pía Sociedad de San Francisco Javier para las Misiones Extranjeras (Misioneros Javerianos), lo que hace en 1895. La finalidad única y exclusiva era la evangelización de los no cristianos. Pero, de hecho, incluso viviendo en el estrecho territorio de la ciudad de Parma, su mirada se abría a los horizontes de toda la humanidad y jamás disminuyó en él el deseo ardiente de anunciar a todos los hombres el Evangelio.

En 1902 Guido Conforti, con sólo 37 años, es llamado por el Papa León XIII a guiar la Archidiócesis de Ravena, donde en dos años gasta todas sus energías. Para estar totalmente y exclusivamente entregado a Cristo y consagrado sin reservas al bien de los demás, el día de su ordenación episcopal emite la profesión perpetua de los votos religiosos. Pero la enfermedad lo obliga a permanecer en cama durante semanas enteras. El sentido de responsabilidad por el rebaño que se le había confiado lo lleva a la decisión de presentar su dimisión. El Papa Pío X la acepta. Entonces retorna humildemente a su Instituto, donde recupera suficientemente la salud y cuida con admirable ardor la formación de los estudiantes misioneros.

En 1907 Monseñor Conforti, por voluntad del Papa Pío X, es nombrado coadjutor de Mons. Magani con derecho a la sucesión. Tres meses después del nombramiento, por la improvisa muerte del titular, Conforti se convierte en el Obispo de Parma. Durante más de 24 años fue el buen pastor de aquella diócesis. Promueve particularmente la instrucción religiosa, hasta hacer de ella el punto capital de su compromiso pastoral, instituyó escuelas de doctrina cristiana en todas las parroquias y preparó catequistas, hombres y mujeres con especiales cursos de cultura religiosa y de pedagogía para la enseñanza. Es el primero que celebra una semana catequética. Haciendo frente a fatigas y molestias innumerables, llevó a cabo cuatro visitas pastorales, visitando hasta los pueblos más distantes; la quinta visita pastoral fue interrumpida por la muerte. Celebró dos sínodos diocesanos, instituyó y promovió las asociaciones católicas, la buena prensa, las misiones populares, los Congresos Eucarísticos, Marianos y Misioneros, los convenios de la Acción Católica. Cuidó de manera singular la formación del clero no menos que la de los laicos.

Nada descuidó en su servicio pastoral de la diócesis, se prodigó continuamente en la evangelización “ad gentes” a través del cuidado de la familia misionera fundada por él, así como ofreciendo toda su colaboración a toda iniciativa de animación misionera en Italia. El Cardenal Roncalli, poco antes de ser elegido Papa, se referirá a Conforti como Obispo de Parma y misionero para todo el mundo. Recordamos en particular su colaboración para la fundación de la Unión Misionera del Clero, de la cual fue el primer presidente durante diez años. “Fue providencial que en la realización de tal proyecto estuviera al lado [de P. Paulo Manna] el pío prelado Guido María Conforti, Obispo de Parma y fundador del Instituto Misioneros de San Francisco Javier. Él no solamente ayudó notablemente con su consejo y acción a la naciente Unión, sino que intervino con su autoridad para que la Unión obtuviera la aprobación pontificia” (Pablo VI). Fue también uno de los que más han contribuido para la celebración del Domingo Mundial de las Misiones. En 1928 él mismo va a China, para visitar a los cristianos y los territorios confiados a su familia misionera, de la cual era el Superior General.

El 5 de noviembre de 1931, agobiado por la fatiga de la actividad pastoral, Guido Giuseppe María Conforti se duerme en el Señor. La fama de su virtud era tal que toda la gente de Parma llora su muerte y honra su funeral con una participación de la gente jamás vista. La voz popular lo proclamaba santo y la fama de santidad se difunde pronto por toda la región, llegando, por medio de sus hijos misioneros, hasta las tierras más recónditas.